Continuamos en San Juan de Lurigancho
La sesión de hoy, así como la de ayer, consistió en regresar a un lugar que ya habíamos visitado tiempo atrás. Esta vez, consistió en el comedor popular infantil “Miguelito” ubicado en San Juan de Lurigancho.
Desde un inicio, la visita representó un reto puesto que fue realizada un fin de semana y para ella debíamos levantarnos temprano y estar en el colegio a las 8 am, bastante más temprano de lo que probablemente estamos acostumbrados.
Una vez allí, pude observar que mis compañeros estaban subiendo varios objetos al bus, estos serían todo aquello que donariamos al lugar: había distintos electrodomésticos, un refrigerador y casilleros.
Apenas llegamos al lugar, se dos dio a cada uno un par de objetos que deberíamos transportar con nosotros a la cima del cerro, donde se hallaba precisamente el comedor. Algo que me sorprendió bastante es que incluso cargando cosas esta vez, sentí el camino mucho menos pesado que la primera vez que fuimos y me cansé mucho menos.
Una vez allí, nos dimos con nuestra primera dificultad: el comedor era demasiado pequeño para que encaje todo lo que habíamos querido llevar. Tras un rato de pensar cómo podríamos hacer con esta situación, decidimos que un grupo se quedaría afuera mientras ingresaban los casilleros y el refrigerador para así ganar espacio. Dentro de este grupo estuve yo, así que no hicimos mucho los primeros minutos.
Al ingresar nuevamente al comedor, ayudé a desempolvar libros que había en el estante del lugar, trabajo en el cual había muchas personas pero pocos trapos, así que resolvimos por cortar los trapos en partes para así poder participar más personas de modo más fácil.
Una vez terminada esta tarea, seguí apoyando con los libros de modo un poco diferente. Muchos alumnos habían traído libros donativos; era momento de clasificar tanto esos libros como los que ya estaban aquí desde un inicio según tema. Asimismo, decidimos colocar los libros para niños más abajo y por ende más acequibles a ellos, mientras los más complejos o de temáticas más adultas los pusimos arriba para que los adultos sean quienes los pudieran tomar.
Otros de mis compañeros se encargaron de colocar el refrigerador, barrer el lugar, decorar la parte interna y de implementar una ludoteca.
A lo largo de toda esta sesión, quise repetir el sentimiento de la anterior de sentir que estaba ayudando en algo importante, por lo que sentí cierta impotencia al inicio, ya que no estaba haciendo mucho y constantemente quería ver en que podría ayudar. Cuando me uní más de lleno a la actividad y participé me sentí mejor, y al final del día me sentía bastante feliz de haber podido ayudar y participar.
Aquí algunas fotografías del día:
Una vez allí, nos dimos con nuestra primera dificultad: el comedor era demasiado pequeño para que encaje todo lo que habíamos querido llevar. Tras un rato de pensar cómo podríamos hacer con esta situación, decidimos que un grupo se quedaría afuera mientras ingresaban los casilleros y el refrigerador para así ganar espacio. Dentro de este grupo estuve yo, así que no hicimos mucho los primeros minutos.
Al ingresar nuevamente al comedor, ayudé a desempolvar libros que había en el estante del lugar, trabajo en el cual había muchas personas pero pocos trapos, así que resolvimos por cortar los trapos en partes para así poder participar más personas de modo más fácil.
Una vez terminada esta tarea, seguí apoyando con los libros de modo un poco diferente. Muchos alumnos habían traído libros donativos; era momento de clasificar tanto esos libros como los que ya estaban aquí desde un inicio según tema. Asimismo, decidimos colocar los libros para niños más abajo y por ende más acequibles a ellos, mientras los más complejos o de temáticas más adultas los pusimos arriba para que los adultos sean quienes los pudieran tomar.
Otros de mis compañeros se encargaron de colocar el refrigerador, barrer el lugar, decorar la parte interna y de implementar una ludoteca.
A lo largo de toda esta sesión, quise repetir el sentimiento de la anterior de sentir que estaba ayudando en algo importante, por lo que sentí cierta impotencia al inicio, ya que no estaba haciendo mucho y constantemente quería ver en que podría ayudar. Cuando me uní más de lleno a la actividad y participé me sentí mejor, y al final del día me sentía bastante feliz de haber podido ayudar y participar.
Aquí algunas fotografías del día:
Comentarios
Publicar un comentario